miércoles, 30 de marzo de 2016

Ahora solo falta respirar.

Me dijiste que vendrias a verme y cada vez eres más impuntual chamaquito.
Viniste como una estrella fugaz, de esas que surcan los cielos. Las que aparecen de repente de la nada, y te quedas anonadada mirándolas, viendo la belleza que desprenden. Cierras los ojos con fuerza y deseas que sucedan miles de cosas. Pero la estrella desaparece, y te quedas ahi, en un cielo vacio y eterno. Sola y mirando a la nada.
Apareciste en mi vida un catorce de febrero, siendo para mi el mejor regalo de San Valentin. Uno de esos que ni se compran ni se venden, sino que te quieren y te cuidan hasta la muerte. Y eso tendrá siempre más valor que cualquier cosa conseguida con monedas.
Eras tan inocente como un niño, con esa gracia infantil y esa sonrisa perpetua. A la vez que protector, con esa persistente costumbre de hacerme andar por el lado de la pared en la acera. Sabía que a tu lado siempre estaría protegida. Que si me pasara algo siempre me darías la mano para seguir adelante. Nunca podía estar triste a tu lado.
Ciertas cosas nunca se olvidan, como la forma de mirarme con esos ojos que a mi tanto me gustaban. No me cansaba de repetirtelo. ¿Te acuerdas de cuando estaba a punto de montar en el avión? Creía que estaba a punto de morir, que sería la última vez que podría hablar contigo, y te llamé solo para poder decirte cuanto te quería y lo importante que llegabas a ser para mi. Ahora pienso que fue poco lo que dije, realmente sentía muchísimo más. Tu tratabas de tranquilizarme y no parabas de decirme “mi niña asustadiza”. Tampoco podré olvidar nunca tu voz, y tu graciosa forma de hablar, con los típicos «Reeenta», o los «ouh shit», tu expresiones, tus tonterías. Solo con ello conseguias sacarme mil sonrisas. La gracia que te hacía cuando te seguía el juego llamandote “papito latino” o te cantaba diciendo «chiquito dame un pico chico en el hocico rico», exigiendo un beso. Podría estar días y días escribiendo los buenos momentos que tuve contigo. Porque todos fueron buenos sin dudarlo.
Te despediste diciendo que darías todo por mi y me regalaste hasta tu último soplo de vida. Me prometiste que lo nuestro duraría muchísimo, ahora se que será eterno.
Te convertistes en aire solo porque así aun más te necesitaría.

Ahora solo falta respirar.

sábado, 26 de marzo de 2016

Vuelve, tan radiante como siempre.

«Pero, mi vida, ¿Donde estás? » le gritaba a la noche oscura, noche nublada, cubierta y encapotada. Noche donde ni una estrella lucía, noche fría y llena de melancolía. Ella lloraba mares atormentados por la pena. A fin de que se fuese ya la luna llena. Que apareciese al fin el Sol que alegraba sus mañanas, Sol que iluminaba su camino, Sol por el que girar. Que acabase aquella horrible tempestad, pues ella no podía ya ni respirar. Necesitaba sentir su calor y ternura, acabar ya con esa tortura.
El viento golpeaba su cara, ella caía en medio de la nada. Con fuerza se arrastraba, se levantaba y cogeaba. El dolor inundaba su cuerpo, y ella proseguía con gritos y lamentos. Deseaba arder junto a él en el mismo infierno, antes que morir del frio frente al falso invierno.
Su mirada se volvia a elevar «¡Joder! ¡Aparece ya! ¡Que junto a ti me quiero despertar!». Pensaba que solo sería una pesadilla, una de tantas en noches de brujas y escobas. Esas que andan solas regalando malos sueños. Ella no perdía el empeño. Cerraba fuerte los ojos, con la esperanza de que al abrirlos apareciese a su lado. Tantas veces se había pellizcado... Que con su brazo casi había acabado.
Y si esa noche se quedase la luna de forma eterna, y al sol nunca más volviese a ver, sabía de más que caería en la locura, por ello gritaba firmemente al cielo «¡Tienes que volver!». En poco tiempo se arrancaría la piel a tiras, si el Sol no volvía, no lo perdonaría en la vida.

Pronto moriría ahogada en su propio mar de llanto.

viernes, 25 de marzo de 2016

Nadie.

Nadie siente lo que yo siento
Nadie ve todo lo que yo puedo ver
Nadie entiende lo que yo
Y a nadie le importa.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Al vuelo.

En aquel momento todo se le quedaba enorme, el suelo, el ascensor y las paredes eran de un cristal tan transparente que parecía que en cualquier momento iría a estallar. Aquellas escaleras mecánicas que no paraban de subir y bajar. La gente andando de un lado para otro. Y ella, allí, como un ser cualquiera, insignificante. En medio de aquel caos, agarrando fuerte su pequeña maleta, mirando hacia todos lados con la mirada perdida, sin observar absolutamente nada. Sabía que lo peor de todo aquello sería montar en el avión.
Estaba ya en su sitio, miraba nerviosa hacia la ventanilla. Era la primera vez que viajaba. La primera de muchas. Los motores del avión comenzaban a calentarse. Apretaba fuertemente la mano de su compañero. Poco a poco el avión cogia cada vez más velocidad hasta elevarse en el aire. Su respiración cada vez más de prisa. Sentía el bombardear de su corazón cada vez más rápido, el hormigueo que creaba el correr de su sangre. Sentía miedo, mucho miedo. Solo pensaba en su desaparición, su mayor desdicha. El no ser nadie, no ser nada. Un ser insignificante que no ha marcado nada en la historia, ni en el arte. Sus ojos fuertemente cerrados no les dejaba disfrutar del despegue. Cuando los abrió, como si despertar de una pesadilla se tratase, se veía volando sobre las nubes, ante un hermoso cielo azul.

domingo, 20 de marzo de 2016

Ahogada.

Sintiendo vacío desolador en mi cuerpo, a falta de tus suaves labios, de tus dulces besos. Perdida en la incertidumbre de cuando más te volveré a ver, y durante cuanto. Que lo efimero puede hacerse eterno en tan solo un segundo. Al igual que puede evaporarse como el agua de lluvia de este marzo ventoso.
Hundida bajo la oscuridad ante la falta de ti. Aqui todo es seriedad, severidad, formalidad, sensatez. Enlazado a la tristeza, pena y melancolía a falta de la musicalidad de tu risa. Esa que proporciona calma y consuelo, esa que parece hacer que todo sea bueno. Risa infantil, de niño bueno.
Ahogada entre lluvia, viento y mal tiempo. Ahogada en un mar de “te quiero” perdidos.

sábado, 12 de marzo de 2016

Sucumbir ante el amor.

Alegría continua, constante, incesante, ininterrumpida, duradera, prolongada, persistente. Que se contagia en el ambiente. Choca por accidente, creando felicidad firme, dura, resistente en mi mente. Consciente del riesgo a quererte, que conlleva al dolor de después perderte.
Y no quiero desvanecer, disiparme en el aire, escaparme en la nada, estropearme en el silencio, deteriorarme en el olvido. Quiero algo aún peor, quiero sucumbir bajo tu mirada achinada, tan dulce como tu risa aniñada. Quiero perecer entre tus brazos, sintiendo el calor de tu piel con la frialdad de la mía. Quiero agonizar en una perpetua risa provocada por tu inocente gracia. Fenecer juntos en nuestra desgracia, sintiéndome protegida con tus alas de ángel, frente a mi ruina, mi infortunio, mi desdicha. Concluir mientras consumes hasta mi último soplo de vida en el que regale mi amor, mi dulzura.
Y mientras reclamo mi muerte y fatalidad, quiero bailar bajo una lluvia de meteoritos, hasta explotar con un grito. Quiero llegar a la luna de tu mano, y disfrutar allí del salvaje paisaje, rodeados de estrellas. Disfrutando tu tiempo con esta doncella. Quiero escuchar tu voz sonar cerca de mis oídos, sin más ruidos. Enamorarme de cada una de tus rimas, irreales, imaginarias, ilusorias, fabulosas. Cantando a capela bajo la amarillenta luz de las farolas.

viernes, 11 de marzo de 2016

Racismo.

Parece mentira, ¿Verdad? Que pena da a veces esta sociedad. Tanta abundancia de ignorancia y tanta falta de dignidad. Poco racionalismo frente al racismo.
Cansada ya de tanta distinción, exclusión, restricción ante personas de distinto color, religión, raíces, o la misma nacionalidad. Respiro fatigosa ante tan poca personalidad. Basta ya de dejarse llevar por lo que digan los demás. Respeta siempre al prójimo y te respetarán.
Busquemos la igualdad ante los derechos humanos, es absurdo que en pleno siglo XXI no nos tratemos aún como hermanos. Necesito libertad en las esferas políticas, económicas, sociales y culturales. Libertad en el trabajo, en las escuelas y en las calles. Que cuando miren no se callen. ¿Viste esa sonrisa? Esa sonrisa no conquista, no tiene territorio, es pura naturaleza, belleza en nuestras cabeza, es felicidad con certeza. No la destroces amigo, ponte en su lugar, en su camino, y a ver si así defiendes su destino.
Basta ya de apoyarse en ideas científicas y religiosas, basta ya de meras leyendas o sentimientos tradicionales.
El racismo en España se puede encontrar como en cualquier lugar del mundo, en cualquiera de los tiempos pasados y presentes. Luchemos para que no exista en un futuro.
Dejad de mostrar ese miedo que dejáis ver al mundo cada vez que mostrais rechazo u odio al extranjero con la manifestación más mínima como desprecio o amenazas hasta las agresiones y asesinatos, cobardes xenófobos. Solo demostrais que vosotros mismos como personas os sentís inferiores.

“Los unitarios que sueñan con la unidad impuesta de la fuerza hablan de raza española. Es no saber lo que se dice, tantas son las razas que han buscado el calor del sol de España.”

Grandes palabras las de Unamuno, consciente de la ira en un mundo, ciego, sordo y mudo. No importa el tono de piel que tengas, lo importante es el tono con el que te expresas. Que somos ciudadanos del mundo, la tierra es de todos a la vez que de nadie. Monstruosos animales ignorantes, aprended que existe la igualdad, y que los diálogos no falten. Que ahora reís con grandes carcajadas, después esas risas sabrán saladas. Pero así las impertinencias nunca acaban y siempre sera una lucha continua e inacabada. Ante toda la gran idiotez que existe, esto es serio, acabad ya con el chiste.

lunes, 7 de marzo de 2016

Amor Modernista.

Busquemos la belleza como en el modernismo, bajo el cielo Azul de Ruben Darío. Manifestemonos en arte, política y religión. Quizás nuestro pequeño momento de auge sea breve pero será de importancia.
Influenciemonos en el parnasianismo buscando por encima de todo la perfección formal, alejemonos de la realidad de nuestra época, creando otra alternativa donde solo importe la belleza, la serenidad y la armonía, las líneas puras y escultóricas. Como ya Gautier decía, hagamos un arte por el arte.
O por lo contrario, sigamos el simbolismo, evitando todo aquello que se pueda percibir por los sentidos. Huyamos hacía el mundo de los sueños y los símbolos como Mallarné y Velaire.
Pero llevemos una vida a corde con nuestro arte, una vida bohemia, despreciando el sentido comercial y burgués.
Dejemonos sucumbir ante la desazón romántica, sintiendo la soledad de una tarde otoñal, la melancolía de una noche con luna llena, el desengaño bajo lo crepuscular.
Escapemonos sin límites geograficos ni temporales.
Nos recrearemos en el cosmopolitismos, nos sentiremos ciudadanos del mundo, abiertos a todo lo nuevo. Junto a un amor imposible, repleto de sensualidad y erotismo. Nos esconderemos en Latino América, en pueblos hispanos, real tierra de indigenas.
Que juntos no sentiremos las Soledades de Machado, sin estar atrapados en una disconformidad social en los Campos de Castilla podremos trasmitir lo sublime de un paisaje desmaterializado e idealizado. Podras crear grandes poemas, mi poeta, podrás cantarle a tu “Guiomar” Nuevas Canciones.
Como Juan Ramón Jiménez, podremos crear poesía pura, la estética del silencio. Nos refugiaremos en Jardines Lejanos y asi cantar Baladas de Primavera la cual será nuestra Estación Total gracias a tu Dios deseado y deseante. Podremos gozar de nuestro Espacio.

jueves, 3 de marzo de 2016

Amor vanguardista.

De forma expresionista mostremos nuestras emociones, nuestros sentimientos más intimos como El Grito de Munch. Encerrados sucumbimos bajo el agonizante futurismo, «matemos el claro de luna» suena en sus cabezas rodeadas de incertezas. Así me sumerjo en surrealismo, en la búsqueda de la liberación de impulsos reprimidos, bajo una escritura automática, dejando a mi mano escribir.
Crearemos nuestra propia realidad llena de irracionalismo, huyamos hacia la libertad llena de cosmopolitismo. Que La voz es a debida, con única Razón de amor, dejando como Salinas un Largo lamento.
No necesitaré ningún Manual de espuma de Gerardo Diego, porque sufro la bipolaridad de Jorge Guillén, que de pronto grita con entusiasmo que el mundo esta bien, de pronto un Clamor sujeto de miseria y dolor “este mundo del hombre, está mal hecho”.
Poco a poco, al igual que Dámaso Alonso serás Hijo de la Ira, porque como decía Vincente Aleixandre sumido en un verso libre tengo Espadas como labios. ¿La destruccion o el amor? No se que podrá ser mejor, aun así vallamonos a la única Sombra del paraíso. Como el apasionado, romántico y bequeriano Luis Cernuda, disfrutemos de los Placeres prohibidos  escondidos en cualquier lugar Donde habite el olvido. Hazme volar Sobre los ángeles del cielo de Alberti, bajo El rayo que no cesa en la vista de Miguel Hernandez.
Como Poncela poseemos no uno sino Cuatro corazones con freno y marcha atrás por si acelerar en sentidos contradictorios tuviéramos. Maldito sea El maleficio de mariposas que siento en mis oscuras entrañas enamoradas de esa cucaracha de otro mundo con caminos bifurcados. Aun así, no importa lo que opine El público de Lorca, celebremos Bodas de sangre.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Lady Drama VIII

«¿Don Delirio?¿Dónde estás?» Lady Drama le volvía a buscar. Necesitaba paz, necesitaba descansar, tantos apuntes por aquí, tantas fichas por allá, la cabeza le iba a explotar. Lady Drama no podía parar, pues Madame Drama fuerte le iba a regañar. «¡Ingenua adolescente! ¿Así donde piensas llegar?». «Dejame ya» replicaba Lady Drama. «¿Que te deje? ¡Si no haces ni la cama!»
Como le gustaba dramatizar a Madame Drama, aun más fuerte que ella exageraba. Lady Drama se escondía, refugiada en la poesía, en las dulces melodías de extrañas sinfonías. El volumen a sus cascos subía y del mundo exterior ella huía.
Don Delirio la visitaba de vez en cuando y en algunos sitios. Con él en locura y alegría se sumergía. Verle quería todos los días, y poco a poco la razón perdía.
Las risas abundaban, risas con lágrimas saladas. Risas escandalosas, risas animadas. Risas fuertes, risas poderosas, risas encadenadas.

Risas, risas y más risas.

martes, 1 de marzo de 2016

Erase una vez.

Erase una vez un mundo al revés. Un mundo donde los edificios se convertían en acantilados, donde brillaba el cielo azul y no lo tapaban los tejados. Donde se acababa lo eterno y comenzaba lo efímero. Donde el olor a gasoil se transformaba en una cálida brisa. Donde finalizaban los llantos y comenzaban las risas.
Alli todo era distinto, no existían las carreteras, los caminos eran de arena fina que acariciaban tus talones creando un suave cosquilleo en cada pisada. Allí no importaba nada. Las noches eran brillantes y relucientes bajo aquella tela estrellada. Alli no importaba bailar sola, allí no aullaba bajo la luz de las farolas. Eterna luna llena. Luna que quita las penas.
Era un lugar mágico, donde abundaban aquellas luces verdes, donde la mejor música era de sirenas.
Aquel mundo era una vía de escape, donde no existía la rutina, ni las bajadas de autoestima. El daño solo era un mito del que siempre se hablaba en tiempo pasado. Allí solo abundaba la felicidad de ver las lujuriosas curvas que contienen sus dunas.
Naturaleza idílica donde amantes se ocultan, escapando de la realidad que le aturulla. Esa realidad pesada que nada le para. Era todo fantasía, era un aurea especial todos los días, alli se originó cierto pacto con tan perfecta sonrisa. Cual pacto consiste en transformar cierto lugar en un sueño eterno.

Que nada ni nadie se atreva a despertarnos.