martes, 30 de agosto de 2016

A nado en tus ojos.

Fluías como el mar en plena marea alta. Podría perderme a nado en tus ojos. A veces, sentía la angustia de perder el aire, como si me ahogase al mirarlos fijamente.
En tus besos me bañaba, y fueron pues como la sal, sanando heridas. En cambio, eran tus brazos como tsunami, dulce catástrofe que presionaba mi piel.
Oscureció bello paisaje de acuarelas mientras tus dedos resbalaban por mi espalda. La arena caía levemente a la vez que producía un cosquilleo en la nuca. El frío recorría mi cuerpo, este no hacía más que estremecerse ante la presencia del tuyo.
Mas, tumbados en aquel claro suelo, tomando la luna y respirando azul marino, fumamos aquel silencio.
Tras aquella actuación para la luna ahora tan solo queda un recuerdo, un secreto más que guardarán las olas del atlántico, y que terminará perdiéndose entre semanas repletas de «ojalá».

lunes, 22 de agosto de 2016

Atardeceres.

Por todas esas veces que escribo a personas que ya no me leen.

Por todos esos cigarrillos convertidos en cenizas.

Por todas esas caricias perdidas.

Por todos mis besos que ya no son besos son ponzoña.

Por todos los «te quiero» que seguirán ocultos entre mis labios.

Por todos esos amantes transitorios estando ebria de locura.

Por todos los atardeceres que seguiré observando sola.

viernes, 5 de agosto de 2016

De un soplo.

Siento las agujas del reloj clavadas en mi pecho, se desangran los «te quiero» más sinceros.
Presa de mi egoísmo, viví encarcelada en mi propio llanto. Incapaz de volar, incapaz de crear mi propia libertad. Encerrada estuve tras un cristal de lágrimas. Abriendo cicatrices al ver que las curabas.
Celebrando baños de mi propia sangre gritaba «yo ya estoy sanada».
Pobre ignorante, trataba de no ver una realidad que traspasaba mi ser. Ciega estaba por la luz que deslumbrabas. Sí tú, una cerilla casi apagada. Aquella luz mi vista dañaba, como un torbellino que arrasa con todo, de un soplido te apagué del todo.

jueves, 4 de agosto de 2016

«Espero que no te vayas nunca» me decías. «Espero que no te vayas, no me dejes, vida mía». Inútil fui aquellos días, tu vivías una realidad, yo una fantasía.

lunes, 1 de agosto de 2016

La noche brillaba para nosotros.

Salíamos a cielo abierto a refrescar nuestras mejillas, la lluvia era romántica a parte de sencilla. Abríamos paraguas en techo cubierto, mala suerte desprendía por mi boca.
Pasadas las horas en el reloj, explícame, mi amor. ¿Cómo se rompe un corazón ya roto? Me daba miedo amarte en un lugar tan triste como el mundo. Pero tu besaste el rojo de mis labios mientras observaba el rojo de tus ojos. Cargados de vicios y de placeres que nos condenan a ser lujuria.
La noche brillaba para nosotros, tras tormentas y tempestades. Mas, tormentas y tempestades tronaron en una noche que brilló para nosotros.
Deseé sentir cerca aquella sonrisa tuya, que era perfecta, pero que no era perfecta, porque eras perfecto, sin serlo. Mis contradicciones hicieron que se cayera tu sombrero. Desencarcelando tu rebelde cabello, libre como tu espíritu, suave como el leve viento. Mi nariz y la tuya rozaron de nuevo. Finos, dulces, rosados, traicioneros, tus labios rozaron de nuevo. Suaves, gélidas y pálidas manos junto a mi nuca, rozaron de nuevo.
Por allí seguía corriendo el agua, corriendo el río, corriendo el viento, corriendo el tiempo. Me abrazaste por la cintura, ambos observamos la actuación. Artistas solitarios, en noches solitarias. Arte hicimos hasta acabar la función. Tomé una fotografía de recuerdo.
Aquel sombrero colocaste sobre mi pelo. Admirabas con aquel cigarrillo entre labio y labio. Mi sonrisa aumentó. Faltaba una frase bella, te dije, para seguir el guión. Volvió el sombrero a tus abiertos rizos.
"En la noche eres mi luna" me decías. Yo solo me reía. Si, a veces escribías, a veces frases épicas quizás del alma te salían y yo no comprendía.
Lo cierto es que tembló la noche tras mi pavoroso llanto. Inundada quedé en mi miseria. Apagada. Miedo sentía de perderte. Tanto miedo que te perdí.
Volvieron a tronar tormentas y tempestades. Hoy la noche brilla, pero no volvió a brillar para nosotros.