domingo, 27 de noviembre de 2016

¿Sigue existiendo la homofobia?

La homofobia es el miedo contra hombres o mujeres homosexuales, es decir personas que aman a su mismo género. Aunque normalmente suele incluirse a personas que integran diversidad sexual, como es el caso de los transexuales o bisexuales. Estas segundas personas no sufren solo la homofobia sino también la bifobia, que no incluye necesariamente este tipo de miedo del que hablamos, ya que hay estereotipos específicos para los bisexuales, como el típico "estás confusx" "Eso es vicio" o lo peor, el machismo por parte de los hombres con la pregunta de "¿quieres un trío?"
Ahora bien, sabiendo el concepto de ser una persona homofoba, ¿creéis que este miedo se encuentra ya erradicado? ¿O quizás tan solo esté oculto tras una oleada de lucha por el colectivo gay? A día de hoy podemos encontrar muchas fiestas con motivo de celebración el conocido "orgullo gay", existen exposiciones artísticas, manifestaciones e incluso charlas educativas por la lucha de que estas personas sean respetadas exactamente igual que cualquier otra persona hetero. Pero, si la homofobia estuviese erradicada ¿por qué se supone que seguiríamos luchando?
La homofobia existe en pequeños detalles cotidianos que todos podemos observar en nuestro día a día. ¿Quién no ha llegado a escuchar que la homosexualidad es una enfermedad? ¿Quién no ha oído a algún colega decir "a mi los maricones me caen bien pero delante mía que no se besen que me da asco"? O miles de frases por el estilo. Seguimos sin poder avanzar. Dos chicas que conocía de hace mucho tiempo, comenzaron a salir en secreto. Estuvieron casi un año quedando a escondidas por miedo a ser rechazadas. Hace poco, la madre de una de estas se enteró de lo que estaba sucediendo. Su forma de llevar a cabo la situación fue encerrar a su hija en casa, prohibiéndole ver más a la chica de la que esta estaba enamorada. Le obligaba a ir a misa todos los días, y le hizo rezar el padre nuestro las suficientes veces para que su Dios le perdonase. No tuvo bastante que comenzó a disparatar, tratando de averiguar el origen de la "enfermedad" de su hija, pensando que fuese culpa de las pastillas anticonceptiva que le había recetado el medico, diciendo que algo no iba bien en sus hormonas.
Podríamos hablar también de datos específicos para defender mejor una realidad, comenzaré argumentando con datos mundiales, por ejemplo, 76 países consideran ilegal la homosexualidad y 8 de estos castigan con pena de muerte. Adentrándonos más en nuestro país, hace dos años se registraron 1.285 delitos de odio, la mayoría por homofobia. Uno de los casos más duros para la conciencia de nuestro país fue el 6 de octubre de 1991, un grupo de neonazis asesinó a Sonia Rescalo en Barcelona. Seis jóvenes de ultraderecha pateaban hasta la muerte a la mujer transexual de 45 años. Sin irnos tampoco muy lejos, este mismo verano otro grupo de neonazis atacaba a un grupo de homosexuales en un bar de Alcalá de Henares. En Asturias, una niña de tan solo 14 años decidió suicidarse después de meses de acoso, siendo llamada a gritos por "virola" y "bollera".
Añadiendo estadísticas, el 30% de los estudiantes españoles han participado en acciones homofóbicas como el hecho tan simple de insultar. Lo peor de esta situación es que el 65% de los jóvenes homosexuales han sido agredidos verbalmente alguna vez, el 30% ha sufrido exclusión, el 20% golpes y el 10% palizas.
No es considerable pensar que hoy en día la homofobia no existe tras ver todos estos datos e historias. Resulta absurdo tratar de prohibirle a nadie su capacidad de amar. A las personas nos gustan las personas, y toda persona ha de ser siempre respetada. Nadie debería soportar esa presión, y por ello hemos de seguir luchando, no solo el colectivo LGBT, si no, todas las personas con capacidad de razonamiento, ya sean capaces de enamorarse o simplemente desear sexualmente al distinto género, al mismo o a ambos.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Un fuerte palpitar.

Me abrazaba fuerte, apoyando su cabeza en mi hombro, templando así mi cuello con su cálida respiración. Pasé mis frías manos por debajo de su camiseta buscando así algo de calor. Entonces fue cuando me dí cuenta. Notaba el fuerte palpitar de su corazón contra mi pecho. Lo sentía de forma enérgica, animosa, impetuosa. Aquello era un fenómeno increíble, inexplicable, extraño.
-¿Lo notas?- Me preguntó. Quedé sin habla. Asentí con la cabeza.- Es mi corazón tratando de entrar en tu pecho. Por si rompen el tuyo, que tengas uno de repuesto.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Ángel caído del cielo.

Le miraba a aquellos preciosos ojos azul marino, azul oscuro, azul nublado como aquel cielo. El cual se encontraba expectante, amenazándonos con la gravedad de la lluvia. El silencio inundaba el lugar, pero mi mente hacía más ruido que todo aquel sonido de tóxica ciudad del que tratábamos de huir. Mil pensamientos por segundos acosaban mi cabeza. No comprendía tanta bondad hacia mi persona. ¿Por qué tratar de arreglar un corazón roto? El mundo ante esas situaciones lo da todo por perdido. Mi corazón ya estaba abandonado, como un perro callejero, pulgoso y con sarna. Y sin embargo, ahí estaba él. Abrazándome con fuerza por la cintura, uniendo su pecho junto al mio, como si en cualquier momento fuese a irme volando con las corrientes de aire.
-Eres un ángel caído del cielo- Le dije, creyendo que se habría descarriado en alguna lluvia otoñal de septiembre y por ello había llegado hasta mis brazos. Entonces sonrió, como si todo fuese evidente. Estaba claro que él sabía a la perfección todo lo que estaba sucediendo. Fue así que me respondió.

-Lo soy, porque tú eres mis alas. Necesito estar contigo para poder volar.