domingo, 6 de noviembre de 2016

Ángel caído del cielo.

Le miraba a aquellos preciosos ojos azul marino, azul oscuro, azul nublado como aquel cielo. El cual se encontraba expectante, amenazándonos con la gravedad de la lluvia. El silencio inundaba el lugar, pero mi mente hacía más ruido que todo aquel sonido de tóxica ciudad del que tratábamos de huir. Mil pensamientos por segundos acosaban mi cabeza. No comprendía tanta bondad hacia mi persona. ¿Por qué tratar de arreglar un corazón roto? El mundo ante esas situaciones lo da todo por perdido. Mi corazón ya estaba abandonado, como un perro callejero, pulgoso y con sarna. Y sin embargo, ahí estaba él. Abrazándome con fuerza por la cintura, uniendo su pecho junto al mio, como si en cualquier momento fuese a irme volando con las corrientes de aire.
-Eres un ángel caído del cielo- Le dije, creyendo que se habría descarriado en alguna lluvia otoñal de septiembre y por ello había llegado hasta mis brazos. Entonces sonrió, como si todo fuese evidente. Estaba claro que él sabía a la perfección todo lo que estaba sucediendo. Fue así que me respondió.

-Lo soy, porque tú eres mis alas. Necesito estar contigo para poder volar.

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