domingo, 30 de diciembre de 2018

Le vi y le besé.

Las estrellas estaban altas decorando el escenario, pero la multitud emborrachada ignoraba aquel fondo sutil que se reitera cada noche en las puertas de los bares. Despeinada, desabrigada, desengañada de mis propias ilusiones y esos sentimientos naif, fumaba en el frío de la calle. No esperaba más que decepciones, pues las horas pasaron sin prometerme nada. Cada vez buscaba emociones más y más fuertes, quería conocerlas todas, quería controlarlas, sentirlas, tenerlas dentro de mí. Mi cerebro desinibido necesitaba dopamina y yo quedaba expectante a la nada que rodeaba mi persona. «Sexo, drogas y rock and roll» era el lema de otra noche más, como todas. Pero aún no era suficiente. Bebí alcohol, me sabía a poco. Quizás no era eso. Sexo para una noche, pensé. Ya era demasiado. Estaba cansada de amantes transitorios en camas aleatorias, de recoger mi ropa y marchar al alba. De fingir que no nos conocimos nunca y no sentir nada más que el placer de un orgasmo. Se bien que mi miraba le estaba buscando a él y aún no le conocía. Entonces le vi. Le vi, y le besé.
Después me pregunto mi nombre.

domingo, 14 de octubre de 2018

Aprendí a salir a la calle, dejando el corazón escondido bajo el colchón. Mi moda siempre fue el luto de la noche. La sonrisa quedó arcaica y las lágrimas ya solo son cristales rotos que de tanto clavarse dejaron de doler. Busqué adrenalina, dopamina y serotonina, drogandome con mis propias emociones. Busqué con ansias la inmortalidad de la musa y el reconocimiento de la artista. Ahora tan solo cierro el pecho y abro las piernas, dejando así que la sangre corra speedica por mi cuerpo, duermiendo cada parte de mi en sueños placenteros. Quise comportarme como todos los hombres que antaño me dañaron y volví a besar con odio bajo los párpados. Desprecié, a todos, sabiendo que ellos también lo harían conmigo. Sabiendo que siempre seré "la otra" o "el polvo de aquella noche". Por lo que se convirtieron en "uno más" o "paso de tí". Vacía, me encuentro perdida en una libertad que me agarra por el cuello y me ahoga. Sumisa me quedo ante ella, esperando una nueva realidad. Sabiendo que solo me tengo a mi y que a mí, solo me quedo yo.

jueves, 20 de septiembre de 2018

La habitación.

A fuera, el cielo nublaba el azul. Podía llegar a observarse a través de aquella persiana que nunca cerraba del todo. Nos rodeaban cuatro paredes vacías. En aquella sala, el suelo fingía ser mesilla de noche la cual sujetaba un cenicero repleto de colillas y restos de manzanas. Ocupando el mayor de los espacios se encontraba un mísero colchón sostenido también por la misma superficie. Nuestros cuerpos de alambres se encontraban tirados a esta misma altura. De milagro quedaba espacio para un armario medio abierto, con escasas ropas sin doblar. Una mochila y un macuto con olor a pis de gato. Para más irritación una puerta que jamás se pudo cerrar donde el cerrojo se encontraba colocado en la parte de fuera.
Era una habitación oscura y fuertemente silenciosa. Nos contentamos de que al menos no se escucharía el colchón a falta de somier. Los orgasmos fueron los ruidos más fuertes después de la respiración al dormir.
Allí hicimos vida y reclamamos muertes, respirando las caladas de todos aquellos cigarrillos de "después".
Rodeados estuvimos de miserias, refugiados en la misma ruina. Yo decidía perderme entre su piel, dejando pasar las horas. Decidieron mis manos buscar piso en su cintura y mis ojos se evadían de la realidad, escondiéndose en la lujuria que condenaba su mirada. La frustración de abandono propio y desgracias reiteradas podia respirarse, con un olor a podrido inundando nuestros pulmones.
Pero eso no me impedía disfrutar del calor que nuestros escasos cuerpos sudados desprendían. Y el miedo desaparecía de mis entrañas, huyendo como un loco cada vez que él mezclaba su saliva. Cada vez más nuestras piernas se enredaban y su sonrisa a veces aparecía, conmoviendo así mis sentidos. Poco a poco comenzaba a inundarnos el deseo, la ira y el desenfreno. La velocidad aumentaba, mientras echábamos carreras con las agujas del reloj. Ambos comenzamos a elevarnos. La sangre resbalaba por mi espalda, mientras la suya cesó de circular por su cabeza. Y beso tras beso quedamos suspendidos en el aire.

jueves, 21 de junio de 2018

Hoy volveremos a reir.

Quiero perderme, confundirme de nuevo en la noche, despistarme entre farolas y corromperme por los bares. Descuidaré de nuevo mi vida para que de pronto aparezcas tú, como un pequeño torbellino arrasando con toda serenidad. Para que me arropes en imprudencia, para dormir entre sábanas de insensatez. Para crear de esta historia un disparate.
Mis veinte años aparecen cuando me miras de frente y me apetece gritar. Y entonces bailamos, jóvenes, gritando por la libertad. Soñando con rozar el cielo sin si quiera tener alas. Soñando con utopías, con ser feliz todos los días. Y entonces, salto hacia a tí, demente de mí, reconociendo mi adicción, ahora mi droga favorita es tu satisfacción. Eres mi buena y mala suerte.
Desobedeceremos de nuevo, hasta que nos pare la policía, hasta que nos echen de los bares. Hoy me quitaré el sujetador y enseñaré las tetas en mitad de una calle. Hoy usaremos las lenguas y nos aturdiremos al cerrar los ojos. Hoy jugaremos a ser libres. Jugaremos tanto que no podré con el peso de mis piernas, mientras me llevas de vuelta a casa, mientras de nuevo, me cuidas.
Y tiraremos nuestros cuerpos de agujas en el portal a la espera de un ascensor que nos eleve de nuevo a las nubes. En él, me arrinconaras en la esquina envuelto en placer. Yo me divertiré con los botones mientras mareamos la dopamina. Para entrar en la cama, escuchar punk y no follar. Para dormir llorando entre tus brazos.
Hoy haremos estupideces, como que me hagas cosquillas para acabar cayendote del sofá, como poner voces raras y cantar mal, como no comprar mechero para dejar de fumar o pintarte los labios con el fin de besarte después.
Nos meteremos en la ducha, completamente desnudos, sin miedo alguno a ser feliz, para recrearnos con el agua y la espuma.
Hoy volveremos a reír.

martes, 8 de mayo de 2018

Pesadillas.

Vives en lo más profundo de un sueño. Rodeado de tinieblas, no cesas de toser entre el humo. Todo es oscuro, el cielo siempre está gris, la noche inunda tu interior y tus ojos... siguen cerrados.
Tus demonios jamás cesan de apoderarse de tí, acuden en cada crepúsculo, aprovechando la tenebrosidad de las sombras para persuadirte en miedos. Comienzas a provocar desconfianzas y tan solo consigues que ocurra el hecho contrario de lo que siempre deseas.
Anhelas volar pero tan solo caes en picado desde la más vertiginosa altura que pasa por tu imaginación. Y alzas los brazos creyendo que al fin eres un ave rapaz. Los luceros exteriores observan la muerte de otro loco suicida más que estrella su sonrisa contra el suelo.
Ambicionas la completa libertad, ambicionas el cielo azul y el buen tiempo, ambicionas con todas tus pocas fuerzas restantes la paz, y sin embargo, decoras tu cárcel con drogas alucinógenas, sin salir a la calle, sin apenas actuar, volcado siempre en plena ira y venganza.
Ansías la música en tus oídos, sientes esa extraña necesidad de crearla con las manos, tus dedos experimentan síndrome de abstinencia a falta de seis cuerdas y tu tan solo concibes 4´33 minutos de silencio en bucle. Intentas dar luz a una nueva melodía, pero tu corazón palpita a velocidades extremas, la sangre corre y todo tiembla. Un terremoto se apodera de tu cuerpo. En tu interior solo hay ruido. Fuera sigue siendo un ensordecedor silencio. Con un millón de miradas a la espera de una obra de arte, de la que tan solo tu eres responsable. El terror pasea por tu cuerpo como un escalofrío e impide que toda tuya sensibilidad sea mostrada. Quedas totalmente petrificado, como un precioso mármol blanco tallado por cualquier renacentista, cubierto de polvo y con la mirada perdida.
Y es en ese momento, en el que te encuentras sumergido en mares de llantos, ahogado por la pena, cuando te dejas manipular por la locura de cualquier sirena. Y no la culpas, pues sabes que no hay maldad tras seducción, que tiene una maldición, y es que necesita nadar entre sangre para que capten su atención puesto que no quedan de su especie en un mar equivocado. Y mientras te besa para saciar su soledad te oprime el pecho, te deja sin aliento, se desvanece tu alma, se tensan tus músculos. Eres consciente de que estás falleciendo por segundos y pataleas con la intención de huir, mientras te prohíbes dejar de abrazarla, y cuando estás apunto de soltar el último suspiro...
Tranquilo. Sigues con los ojos cerrados, todo tu escaso cuerpo, sudado. Estoy aquí, estoy a tu lado, es lo único que grito, inútil de mí. No quiero creer que estás atrapado. Pero de esta pesadilla solo despiertas tú.

Ruido.

Ruido. Ruido. Ruido. Ruido. Ruido. Ruido. Ruido...
Y en sus ojos... Silencio.
Me escondía bajo sus párpados para encontrar la calma.
Y yo quedaba seria y él se preguntaba por qué tanto misterio. Y él sonreía y yo me preguntaba por qué tanta ternura.
El miedo y las drogas pululaban por el aire. Pero nuestras miradas seguían fijas y desafiantes entre la multitud intoxicada.
Y a veces mis talones bailaban impulsándome hacia su boca, como un cohete. Y otras veces sus manos danzaban por mi cintura. El alcohol se echaba carreras con la propia sangre por nuestras venas. Todo daba vueltas, tantas como un tío vivo en una feria con luces de colores parpadeantes.
Mientras, mis ojos le hacían mil preguntas. ¿Quien eres? ¿De dónde has salido? y sobre todo... ¿Por qué no quiero soltarte? Pero... él buscaba en mi mirada una respuesta. Un mero signo de indiferencia, de rechazo, de falsedad.
El miedo cada vez ocupaba más espacio. Sí, más que el humo del cannabis. Y se quedaba casado a nuestra piel. Cada vez más inseguridades rondaban por la noche entre las tiendas de campaña. La incertidumbre pasó a pedirnos fuego. La inestabilidad se acercaba de cuando en cuando a por hielos. Compartimos botellón con la indecisión. Finalmente, el desequilibrio vino a preguntar si quedaba algo de speed.
La noche llegó temprana y se hizo eterna. El cansancio machacaba las rodillas. Todo lo anterior, ya pesaba. Quedé pálida. Completamente aturdida. Sentí desfallecer mi cuerpo tras el último vibrar del altavoz. Mis párpados cayeron pesados. Pero aún notaba su suave piel en mis dedos. Y fue entonces cuando pude apreciar su cuidado.

Reservé mis ultimas fuerzas para los fuegos artificiales.

Déjame.

Déjame tomar de tu intelecto. Déjame sorber un poquito más de inteligencia. Déjame follarte la razón. Quiero llegar al éxtasis de tu propósito. Voy a felar tu mente hasta que te corras en mi puta ignorancia. Voy a mamarte el cerebro, el placer será de esta mera inculta que se arrodilla ante ti. Déjame copular sobre tus pensamientos, hasta desgarrar tus ideas. Y después solo, déjame.
Déjame escapar de las sensaciones, déjame encontrar el punto de fuga donde no pueda volver a atraparme la sensibilidad. Ten compasión de mi y permiteme desaparecer de nuevo entre tinieblas sin ningún ensangrentado corazón. Solo quiero poder desertar a tiempo. Escabullirme en el silencio. Deja ya de codear tu juicio entre tanto analfabetismo. Y por una vez, ten la inteligencia de dejar ir la toxicidad de mi persona, envuelta en falsa ternura.
Deja ya de teorizar mis chistes malos. Deja ya de filosofar mi creatividad y sentir. Deja ya de hacerme reír. Déjame, que tengo que sanar mis heridas, sino, muchas más puedo yo abrir. Tengo aun que curar esta locura de salud mental, pues sino poco faltará para mi llamada hacia la muerte más temprana donde los gritos deje de oír. Pronto llegará la hora de huir, puesto que estas letras profanas, jamás serán dignas de ti.

jueves, 19 de abril de 2018

Mi Lennon.

Han pasado años y no ceso de soñar con observar tu pálida piel enfermiza a milímetros de la mía, ya vieja y con algunas arrugas más. Después de tantos y tantos años se ha desarrollado mi demencia tras tu pérdida. El silencio se convierte en la melodía de tu guitarra bajo mañanas de lluvia.
Fuiste y serás mi Lennon, revolucionario morirás soñando con la paz. Con tus gafas redondas, con tu pelo largo y rebelde. Con tus ganas de vivir y de luchar.
Mientras, persigo la elegancia de la negra tela que rodea mi cuerpo, a la espera de que vuelvas algún día, a la espera de que cambiemos este puto mundo inerte. A la espera de volver a darle vida, darle una armonía, un acorde, y a veces la percusión de una batería. A la espera de darle color, de darle brillo, contraste y distintas tonalidades.
Y mientras das vueltas perdido entre los bares de la bohemia, enamorado del calor de los metros, creyendo que eres feliz en una nueva miseria más. Y yo también doy vueltas cual tío vivo en la búsqueda de la salida del bucle, aprendiendo por el camino la belleza irreal que el arte esconde, para llegar de nuevo ebria a casa, mirarme al espejo y llorar. Porque otra vez te fuiste.
Jamás pedí que te quedaras, sin embargo, siempre fue mi mayor deseo. Y me acostumbré a vivir sin ti, pero eso nunca fue la cura de mi pena. Aprendí a ocultarla en lo más profundo de mi ser, mas, mi mirada perdida entre la nada reclama tu regreso. El poder dormir a tú lado, aunque sea bajo puentes en las noches más frías. El poder mirarte a los ojos sin que nadie aparte la mirada indiferente y marche.
Con rencor y odio bajo los párpados.

Ella, mi unico vicio comparable a la botella.


Ella, la chica con la que salía todos los fines de semana. Con ella recorría todos los bares de la ciudad. Con ella gritaba por las calles riendo a grandes carcajada. Con ella siempre era alcohol. Y siempre acabábamos ebrias, besándonos, y besando a cada persona que pasara a nuestro lado.
 Era locura, desenfreno, libertad y diversión. Era puro rock. Era el grito de Robe Iniesta en su canción Puta. Era el placer de burlar los porteros y fumar en los baños. Eran sus ojos redondos completamente abiertos tan cerca de los míos, su alocada mirada, la que provocaba mi intermitente demencia.  En esos momentos, mi mayor deseo solo era ser la reina de sus besos, esos que desprendía por las esquinas. 
Como era de esperar, jamás pasamos desapercibidas, y el machismo de esta sociedad casi ya inerte supo acercarse a nosotras. Poco a poco, fue más complicado darle un beso en público. Las fieras se colocaban a nuestro alrededor a mirar,  trataban de buscar el calor en nuestros bares. Ya sabían dónde frecuentábamos más, y las críticas y las burlas no dejaron de cesar. Que no era un chico me decían, que me estaba equivocando, que solo llevaba la cabeza rapada. Pero era necesario que yo besara a alguien con un pene entre pierna y pierna. Que fuimos el espectáculo para unos cuantos señores obscenos que solo soñaban con tenernos a ambas en sus camas. Que no pude decirle un te quiero en público por miedo a ser juzgada. Y así lo fui.

Ahora soy libre, odiame.

Solo me inspiras odio, rabia y asco al mirarte a los ojos. Esos ojos verdes, que un día provocaban la esperanza de una vida bella a tu lado. Hoy solo veo suciedad en ellos. Tan verdes que únicamente me recuerdan a ese deporte que practicas mientras asesinas y desgarras con tus propias manos la piel de todo animalillo inofensivo que pasea feliz en el campo. Porque ese eres tú. Un asesino de inocencia. El creador de mi desfachatez.
¡Asco! Y ganas de escupirte en la frente me dan cada vez que oigo tus gritos en mi cabeza, explicándome lo puta que soy. Pero que orgullosa me siento, de tirarme a cualquiera que no tenga tu sucias manos en mi cintura.
Mírame, ahora soy libre, odiame. Pena me dan todos los jilgueros que mantienes secuestrados en el desván. Pena me produce que no puedan escapar de tí. Porque eres un monstruo que destruye toda vida que cae a su paso.
Me jodiste mi niñez con tus putas manipulaciones, me jodiste la risa con el llanto que provocaban esos cristales rotos de los vasos de tus cubatas, esos que me tirabas a la cara y que por suerte y por borracho nunca me daban. Me jodiste la persona creyéndome nadie sin tí, y el corazón quedó confuso y dependiente del tic tac de otros. Tú me hiciste sentir la mayor soledad que la luna habita.
Pero ahora me tengo, me reencontré más fuerte que nunca, vuelvo con la cabeza tan alta que ni tú aprendiendo escalada lograrías alcanzarla.
No voy a desearte lo peor, eso ya lo eres.

lunes, 29 de enero de 2018

Dialogo entre Inma y Lady Drama.

Inma: A ver, me presento para los que aun no me conocen, yo soy Inma, y esta mujer que veis aquí (se pone la nariz de payaso para señalar quien, y seguido se la quita) se llama Drama. Bueno, a ver, puede que os choque un poco, no es muy común ver payasos con esos nombres, pero es que esta payasa es mi corazón. Si, a ver, espero que no os de mal rollo si en algún momento se gira y le veis ensangrentada la espalda. Es que, bueno lleva al rededor de 50 puñales clavados (susurra para que Drama no la oiga) sus amigos siempre han sido unos hijos de puta, pero ella aun no se ha enterado. (Se burla). A parte ¿las cicatrices que tiene por el cuerpo? Pues es que la tía no da ni una cuando se enamora.
Lady Drama: Inma por dios... deja ya de comadrear sobre mí, no seas tan ingenua, lengua de vívora inquieta... para ya, sabes que después no nos cesan de agraviar. Sabes que después tus ojos machacaran como mortero al mundo entero, mientras los míos sangre derraman al llorar. ¿No te cansas de tanto batallar? ¿No te cansas de tanto fingir la inexistencia de tu debilidad?
Inma: Bueno... ¡Ya empieza a dramatizar!
Lady Drama: ¡Calla y escucha! ¡Niñata presuntuosa! ¡Calla, que hoy tendré yo la voz! Puede que quizás así nos valla mejor... Pues, hoy vengo a reclamar mi libertad.
Inma: Ah! Hostia es verdad, que ahora a la tonta coño le ha dado por decir que es poliamorosa.
Lady Drama: Deja de propagar sandeces animalillo.... luego somos dos las que nos ahogamos en un mar de lagrimas. Sabes que odio que me clasifiques, odio que me etiquetes, odio que me encierres en la jaula, si, esa que esta llena de condiciones sociales... Necesito que me dejéis volar, pues yo pude amar cien caballeros y ciento dos doncellas más. Dicen que elija a una persona, solo una de todas las que somos, fuimos y seremos.... Dicen que me ponga unas esposas atadas a esta persona, y me dicen que no hay nada más. Solo que baje la cabeza tras pasar al lado de otras. Que solo una podrá disfrutar de todo mi ser, que solo de una podre disfrutar. ¡Hasta que la muerte nos separe! Ganas de romper con mi vida me entran si vivo solo para esto.
Las personas, todas y cada una de ellas son experiencias únicas, ninguna se repite, son diferentes, da igual cuantas lleve pese a mi corta edad. Para mi todas fueron y serán la primera.
Pese a toda mi convicción, nadie se logró enterar. Decían que soy una simple rosa, que sí, que soy preciosa, pero que cuando querían hacerse de mí, solo clavaba espinas, tales que les hacia sangrar. Para mi castigo, yo me dañé hasta abrir mis heridas. Pues nunca quise hacer mal a nadie más que a mi misma, por amar de una forma tan violenta y repentina. Me creí culpable de mi desdicha, la que otros llegaron a considerar un don.
Ahora solo quiero reclamar mi libertad y mi razón, pues... ¡Pienso amar sin ninguna condición!

El espectaculo ha comenzado.

Se abre el telón.
Ella, sentada en una de aquellas mesas del fondo. Con un flequillo mal peinado y el cigarrillo ya liado.
El actor principal aún no ha llegado. No está aún en el escenario.
Aquel altar de madera seguía vacío, esperando expectante una nueva función que admirar. El resto del público tornaban sus cabezas huyendo de los focos.
Al fin se oyó un resoplar. Su guitarra se encontraba cansada de tanto actuar por actuar.
Era otra noche más, de nuevo en el mismo bar, bar de artistas olvidados por la sublimidad que les contorneaba dotados de virtud.
Y puede que aún no hubieses llegado tú, ni tú, ni tampoco tú.
El espectáculo ya había comenzado.
Tocó música la tabla alta al retumbar sus pies sobre ella, antes de que el propio intérprete comenzará a declamar.
La dama del fondo, como una oscura sombra más entre los espectadores, aguardaba vigilante la nueva farsa. Mas dilatarse hicieron sus pupilas al conocer algo tan verídico como una voz tan soberana sobre un decorado tan abandonado.
Y allí se quedó bajo sus pies la cortesana, percibiendo el aullido melódico de su canto bajo las lunas electrizantes que fingieron ser simples focos.
Aquel gracioso juglar cantarín había paralizado la sala. El auditorio se había transformado en penumbra, había logrado que reinaran las tinieblas.
Para su suerte, o tal vez su desgracia, la mujer trajeada de negro aún respiraba. Se calmaron sus tiritantes piernas, se debilitaron todos los cargantes músculos que formaban aquella delicada anatomía. Se aflojaba su pulso. Su pálida piel indicaba su fin,.. Sin embargo, ella se encontraba más viva que nunca.
Aquella noche de enero, nuestro protagonista hizo resurgir incluso al mismísimo rey del Rock y Can't help falling in love fue la banda sonora para estos créditos finales.

sábado, 13 de enero de 2018

Eva.

Dicen que Dios nos creó a su imagen y semejanza, el hombre es la imagen de Dios hecho carne. ¿Y nosotras? Nosotras solo somos algo parecido. Nos dijeron que salimos de sus costillas, mientras, damos vida desde nuestro útero.
No entendía el por qué a todo esto, no entendía por qué trataban de quitarme valor.¿Por qué me hacían sentir inferior?
Tentada por la serpiente de mis ideas, quise obtener el conocimiento, entonces entendí por qué aquel fruto estaba prohibido. Dios era hombre. Dios nos quería en la ignorancia para ser sus siervas y esclavas. Dios nos quería sumisas. Mientras nosotras le amábamos, el y su ejército de hombres nos gobernaban. Asustada por tal barbarie, le ofrecí del fruto a Adán, para así, viera él el malvado plan. Quería solo que fuera mi aliado, que luchará a mi lado por una igualdad.
Sin embargo, nos expulsaron del “paraiso” por conocer la verdad. Fui considerada portavoz del mal, frente al hombre, que fue tomada como víctima de mi persuasión. Me culparon de introducir el pecado en el mundo.
Así es, querido Nietzsche, que si te preguntas por qué Dios ha muerto... A Dios lo maté yo.
-Eva.

¡A leer la santa misoginia!

¿Que utilidad tienen las mujeres? No logro entender... ¿Que utilidad tienen además de obedecer?
Y es que esta idea no logro concebir... ¿Deben hacer más que reproducir?
Estás jamás han de ser iluminadas, ni mucho menos educadas. Estás han de ser segregadas «ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones"- "San" Agustín.

Libertad, igualdad y sororidad.

Somos las mujeres francesas tras la revolución. Somos las mujeres indignadas por nuestra opresión. Quisimos estar al lado de los hombres y solo nos permitían estar calladas.
Así fue que Claire Lacombe y Pauline León fundaron en 1793 la Sociedad de Ciudadanas Republicanas Revolucionarias, en la que participamos 200 mujeres entre burguesas y del pueblo. Después creamos la Confederación de Amigas de la verdad, con Etta Palm d' Aders a la cabeza.
En 1790, Theroigne de Mericoury había fundado el club de Amigos de la ley, y dos años después incitó a la mujer a organizar un cuerpo armado. Finalmente creamos un total de 56 clubes republicanos femeninos con una actitud más o menos desigual, pero lo más importante fue que nosotras mismas, las que estábamos participando de forma activa en cada pasito para la revolución, observamos que el nuevo Estado no estaba aplicando esos principios de igualdad universal que tanto pregonaban.
Así nosotras gritamos con fuerza que también sabemos manejar otras armas, que el huso y la aguja.
Finalmente, planteamos el derecho a la educación y al voto, a derechos dentro del matrimonio y la abolición de la prostitución.

Olimpia de Gouges.

Fui defensora de la Unión libre y el divorcio, renuncie al apellido de mi marido tras su muerte, y desde entonces tuve que sufrir calumnias de todo tipo. Por aquel tiempo aún era bella y joven, por tanto, me llegaron a incluir en la lista de prostitutas de París.
También me acusaron de analfabeta, sin embargo deje más de 4.000 páginas escritas, procuré que todas y cada una de ellas tuvieran contenido revolucionario, ya fueran panfletos, obras de teatro, novelas u otros textos de cualquier otro tipo. Siempre tuve clara la necesidad de luchar para abolir la exclavitud.
Elabore la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, frente a la Declaración de Derechos de los hombres en 1791.
En el primer artículo dejé claro que la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales solo pueden estar fundadas en la utilidad común. Explique además que somos el sexo superior tanto en belleza como en coraje [y] en los sufrimientos maternos. En el cuarto artículo recordé que el ejercicio de los derechos naturales de la mujer solo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone. Y en el sexto concluí que todas las ciudadanas y todos los ciudadanos por iguales deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos.- Olimpia de Gouges.

La cárcel que te rodea entre el pecho y la espalda.

No utilizo sujetador porque no me da la gana y la verdad, nunca dejé de sentirme "femenina" por eso.
Os voy a introducir un poco de historia para que lo entendáis mejor. Al comienzo de las civilizaciones, mientras las romanas usaban algo parecido​ a un sostén para ser más "Civilizadas", las bárbaras paseaba con sus pechos libres sin ser hipersexualizadas (Claro que estás también si querían iban a la guerra y luchaban contra otros hombres sin sentirse más débiles que nadie...). Mucho más adelante en la historia Catherine de Médicis, introdujo las tallas ajustadas y los pechos oprimidos con sus corsés, unos artefactos diseñados para estrechar la cintura de las mujeres a 32 cm o incluso 12!! Porque supuestamente se lucía un cuerpo más bonito y erótico para gustarle a los hombres...
Al fin en el 69 las feministas, cansadas de tanta opresión saliendo a las calles a quemar sus sujetadores librándose así de una cárcel que nos rodea el pecho y la espalda.
Yo no sé ni si quiera mi talla, imagino que entre la 85 o 90. Pero he visto a hombres con más tetas que yo sin el puesto. Nos hacen tener complejo de planas y nos vemos con una goma cortando nuestra circulación y un aro clavado bajo el pecho, tratando de subirlas para gustar más a alguien. Yo quiero que me miren a la cara y gustar por mi forma de ser. Ya sufrí bastante dolores de cervicales por culpa de esa mierda. No os dejéis sexualizar, enserio, daros a valer como personas y quereros y mimaros más a vosotras y vuestro cuerpo. No digo que no no haya que usarlo, porque imagino que las que tengan un pecho más grande les será más cómodo. Pero buscar vuestra comodidad. El pecho se cae igual con la edad y con los embarazos aunque uses sujetador, no os creáis esas leyendas, porque seguro que todas vuestras abuelas tienen el pecho caído del tiempo por mucho que lo sujetase. Y bueno, que siempre se a considerado como un icono femenino y yo me siento más libre e igual de mujer sin el :)

lunes, 8 de enero de 2018

Estoy ebria de trementina, sí. Pero Neruda... ¿Donde quedaron mis largos besos?