domingo, 14 de octubre de 2018

Aprendí a salir a la calle, dejando el corazón escondido bajo el colchón. Mi moda siempre fue el luto de la noche. La sonrisa quedó arcaica y las lágrimas ya solo son cristales rotos que de tanto clavarse dejaron de doler. Busqué adrenalina, dopamina y serotonina, drogandome con mis propias emociones. Busqué con ansias la inmortalidad de la musa y el reconocimiento de la artista. Ahora tan solo cierro el pecho y abro las piernas, dejando así que la sangre corra speedica por mi cuerpo, duermiendo cada parte de mi en sueños placenteros. Quise comportarme como todos los hombres que antaño me dañaron y volví a besar con odio bajo los párpados. Desprecié, a todos, sabiendo que ellos también lo harían conmigo. Sabiendo que siempre seré "la otra" o "el polvo de aquella noche". Por lo que se convirtieron en "uno más" o "paso de tí". Vacía, me encuentro perdida en una libertad que me agarra por el cuello y me ahoga. Sumisa me quedo ante ella, esperando una nueva realidad. Sabiendo que solo me tengo a mi y que a mí, solo me quedo yo.