domingo, 23 de octubre de 2016

Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes.

Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes. Alejados de todo ruido inoportuno, alejados del mundo y su infortunio. No existe el dolor, no existe la pena. No existe el dinero, ni existe la miseria. Existen ellos. Existen ambos. Allí el tiempo es eterno, sin ninguna relatividad. Nada es efímero, pues nada cambia. Todo permanece constante, continuo. Es un lapso incesante e ininterrumpido, el cual da vida a un amor persistente y prolongado.
Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes. Dos individuos olvidados en la inmensidad de la galaxia. Pero no importa, pues tampoco quisieran ser recordados. No desean dejar rastros de sus vidas. Pequeños ignorantes en la Tierra, creen que la luna brilla gracias a la luz del sol. No saben que lo que brilla son sus noches de pasión. Brilla gracias a un amor verdadero, gracias al cariño verídico, la sincera ternura, la adoración perfecta y apropiada.
Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes. Desde allí, observan juntos como cual obra de arte la enigmática mancha de Júpiter mientras brillantes faros de quasars los iluminan desde los confines nunca hallados del universo. Pero entre tanto esplendor tan sumamente sublime, y tanta divinidad, él nunca jamás olvidará la finura, gracia y hermosura de las curvas de su amante, tan delicadas como los cráteres de la Luna. Y es pues, que de todas las estrellas, ella era la más bella.
Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes. A los cuales no les hace falta trajes de boda, ni cura ni iglesia que los case. No quieren promesas inciertas. ¿Para qué querer anillo de enlace? Si no existe mayor linaje que presumir de tener, únicamente para ellos los anillos de Saturno.

Dentro de la Luna viven escondidos dos amantes, que vestidos con trajes de rayos de sol, bailan un vals al compás de las estrellas fugaces.


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