Siento las agujas del reloj clavadas en mi pecho, se desangran los «te quiero» más sinceros.
Presa de mi egoísmo, viví encarcelada en mi propio llanto. Incapaz de volar, incapaz de crear mi propia libertad. Encerrada estuve tras un cristal de lágrimas. Abriendo cicatrices al ver que las curabas.
Celebrando baños de mi propia sangre gritaba «yo ya estoy sanada».
Pobre ignorante, trataba de no ver una realidad que traspasaba mi ser. Ciega estaba por la luz que deslumbrabas. Sí tú, una cerilla casi apagada. Aquella luz mi vista dañaba, como un torbellino que arrasa con todo, de un soplido te apagué del todo.
Me tachan de egolatra, de musa sin criterio y arte perdido. Lloré sintiéndome esclava del arte unido a mi desgracia, mas me es necesario para no morir a causa de la verdad. Solo aquí me puedo liberar.
viernes, 5 de agosto de 2016
De un soplo.
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