lunes, 1 de agosto de 2016

La noche brillaba para nosotros.

Salíamos a cielo abierto a refrescar nuestras mejillas, la lluvia era romántica a parte de sencilla. Abríamos paraguas en techo cubierto, mala suerte desprendía por mi boca.
Pasadas las horas en el reloj, explícame, mi amor. ¿Cómo se rompe un corazón ya roto? Me daba miedo amarte en un lugar tan triste como el mundo. Pero tu besaste el rojo de mis labios mientras observaba el rojo de tus ojos. Cargados de vicios y de placeres que nos condenan a ser lujuria.
La noche brillaba para nosotros, tras tormentas y tempestades. Mas, tormentas y tempestades tronaron en una noche que brilló para nosotros.
Deseé sentir cerca aquella sonrisa tuya, que era perfecta, pero que no era perfecta, porque eras perfecto, sin serlo. Mis contradicciones hicieron que se cayera tu sombrero. Desencarcelando tu rebelde cabello, libre como tu espíritu, suave como el leve viento. Mi nariz y la tuya rozaron de nuevo. Finos, dulces, rosados, traicioneros, tus labios rozaron de nuevo. Suaves, gélidas y pálidas manos junto a mi nuca, rozaron de nuevo.
Por allí seguía corriendo el agua, corriendo el río, corriendo el viento, corriendo el tiempo. Me abrazaste por la cintura, ambos observamos la actuación. Artistas solitarios, en noches solitarias. Arte hicimos hasta acabar la función. Tomé una fotografía de recuerdo.
Aquel sombrero colocaste sobre mi pelo. Admirabas con aquel cigarrillo entre labio y labio. Mi sonrisa aumentó. Faltaba una frase bella, te dije, para seguir el guión. Volvió el sombrero a tus abiertos rizos.
"En la noche eres mi luna" me decías. Yo solo me reía. Si, a veces escribías, a veces frases épicas quizás del alma te salían y yo no comprendía.
Lo cierto es que tembló la noche tras mi pavoroso llanto. Inundada quedé en mi miseria. Apagada. Miedo sentía de perderte. Tanto miedo que te perdí.
Volvieron a tronar tormentas y tempestades. Hoy la noche brilla, pero no volvió a brillar para nosotros.


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