miércoles, 20 de julio de 2016

El lobo y la luna.

Acechan los lobos, pero la luna sigue arriba, independiente, más sola que la una. Los lobos siguen aullando, atrapados en la oscuridad de noches de tormentas. La luna aun brilla, sin embargo, está tan alta y firme que no les escucha.
El lobo jefe de la manada queda solo mientras los demás descansan. Aúlla tan fuerte que ni los poderosos vientos gélidos pueden frenar el sonido de su picardía. Mas, la luna no quiere escuchar a ese gran lobo, fuerte, feroz, porque sabe que de él se va a enamorar.
Entonces el lobo siente el rechazo de su amada y merma sus aullidos. Sus sentimientos se debilitan perdiendo simultáneamente su fuerza y ferocidad.
La luna no pudo jamás escuchar sus aullidos, mas si notar su presencia. Con ella desaparece sus soledad. Mas, llora y maldice la distancia, mas, llora y maldice una vez más.

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