viernes, 15 de julio de 2016

Gata callejera que no vuelve a la basura.

Sola frente a la luna en eternas noches de soledad en mi tejado. De pronto a mi volviste, borracho de locura, frente a mi te arrodillaste.
-Permiteme rozar tus labios una vez más.- Suplicaste, cual egipcio a diosa Bastet, me admiraste.
Fuerte te asustaste pues sabes que, o feroz o tierna puedo mostrarme. Soy impredecible.
Sonrío porque me encanta tu pasión desenfrenada ante mis ojos de gata, aun sabiendo que con ellos puedo desgarrarte el alma. Hija del demonio decían de mi en épocas medievales, tu mismo trataste de quemarme en mil hogueras, amiga de las brujas me hice por lucir  el negro de las noches de tormentas. Estuve cerca de la magia, vi como príncipes se transformaban en sapos repletos de maldiciones por avaricia o falta de coraje, más nunca quise saber de ti ni en bolas de cristal.
Con el corazón hecho trizas, aprendí a ser solitaria e independiente, a no fiarme de la gente. Me hice dueña de la noche, y ahora todas esas estrellas me admiran a mi, no entre ellas.
Bajé de un salto, ronroneando, me acerqué a ti, acariciando de nuevo tu cara, rozando de nuevo tu nariz, sucumbiste ante mi, de un salto me volví a ir. Gata callejera que no vuelve a la basura, astuta y dura.
-Soy gata de siete vidas, yo solita me lamo las heridas.

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