A veces amanece y la realidad vuelve implacable a destruir mi persona.
A veces amanece y mi luna desaparece, sin dejar rastro. Marcha victoriosa y campeona.
Y yo me quedo sola bajo un sol que quema, mi luna me abandona. Las lágrimas arden en mis mejillas, mi corazón de queroseno incendia una vida entera. Yo soñaba con la noche, con conocer todas sus estrellas, contarlas una por una... Esta luz me cega. Me duelen, ojos ardientes, buscan las tormentas de las noches más violentas.
Pero nunca vuelven.
Me tachan de egolatra, de musa sin criterio y arte perdido. Lloré sintiéndome esclava del arte unido a mi desgracia, mas me es necesario para no morir a causa de la verdad. Solo aquí me puedo liberar.
viernes, 18 de enero de 2019
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