domingo, 13 de enero de 2019

Cierro los ojos, oigo el silencio, y es entonces, después de mil tormentas, cuando noto el miedo.
Las sábanas huelen a tí, pero estoy sola. No me gusta estarlo, o quizás sí. Ojalá esto fuese una carta de amor, pero no será así. Mi cuerpo tirita por dentro porque sabe que la ansiedad está llegando. Tengo claro que te quiero, pues, es eso lo que me aterra.
¿Estaré a la altura de tan semejante cielo? ¿Merezco acaso la luna y el calor de mil estrellas?
Me has regalado la belleza de la noche y no te he dado nada. Igual, ni siquiera quiero dártelo. Igual, nunca quise dártelo. Pero viniste a mí, y te quedaste. Aún sabiendo que soy más tóxica que la propia cocaína.

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