lunes, 11 de septiembre de 2017

El teatro.

El musical terminó cuando bajaste del escenario. Si, apagaste todos los focos, esos que hacían que brillasemos. Pero te fuiste sin bajar el telón.
Yo me quedé en lo más alto de la madera. Lidiando con tu ausencia, diciendole que se fuera, gritando que volvieras. Me quede sola en la función. Monstruos salían de lo más oscuro del plató, y aquello en una obra de terror se convirtió. Sentí frío. Tanto que mi corazón tiritaba más que palpitaba. Pequeña. Sola. Indefensa. Perdida en la nada de la habitación. A la espera del final feliz que nunca llegó. Me metí tanto en aquel papel que no vi que el monstruo era yo.
Volviste y viste la parte más tenebre del teatro. Quise tirarme desde la vertiginosa altura del escenario. Quise morir cerca de tus pies. Mas, tu frenaste la caída. Subiste de nuevo, volviste a la función, encendiste un par de focos para llamar la atención. Mis lágrimas se evaporaron con el calor de las brillantes luces. Deje de actuar, lo sentí tan real... Que confundí pasión con realidad.

Luego recordaste que solo somos un par de artistas perdidos.

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