miércoles, 6 de enero de 2016

Búsqueda de la belleza.

Siento curiosidad ante el mundo. Como la aguja perdida en el pajar, me siento diminuta con mil cosas por explorar. Amante apasionada de la simple belleza, de la belleza escondida en los lugares más remotos de la tierra para poder transformarla con mis manos en arte. Soy enigmática, además revolucionaría, rara según muchos, única según quienes me valoran, que por desgracia, o suerte quizás, no son muchos. Desahogo mis memorias en textos, camuflada en metáforas, como un diario secreto abierto al público. Gracioso, ¿verdad? Resulta incoherente.
Hoy no me apetece hablar de amor. Podría hablar del reloj, ese que cuenta las horas, disminuyendo, a la vez aumentando, el tiempo. Podría hablar de como le echo de menos. Pero no, hoy no.
Hoy aumento mi ego, pues no habrá más amor que no sea para mi. Aumentan mis ganas de vivir, mis ganas de ver, de oir, de sentir. Soy artista y decido mis obras de arte. Tengo un millón de hojas en blanco donde plasmar una vida, y aún me queda por viajar, y gente por explorar. Pues, no hay mayor belleza que la anatomía humana. Me gustan las dos por igual. El cuerpo de una mujer trasmite sensualidad, erotismo, esas curvas muestran donde perderse. En cambio, el cuerpo de un hombre trasmite dureza, firmeza,tal vez protección, seguridad. Al no tener preferencias en género puedo enamorarme de una mente sin cuerpo. Me enamoro de las personas y no de su sexo. Soy superficial, si, es mi naturaleza. Busco la armonía, la proporción, la belleza. Busco el buen encaje, la buena vista. Soy artista.
Cientos de años trantando de averiguar si Leonardo Da Vinci era homosexual, ¿Qué más da? Era un genio igual.

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