sábado, 17 de octubre de 2015

Por casualidad.

A veces salgo a ciegas, sin saber a donde ir, no tengo planes ni ideas. Porque cuando no planifico funciona el plan mejor. A veces solo basta cruzar la calle y encontrar por casualidad a un amigo cualquiera de tu infancia, el cual hacia años que no disfrutabas de una conversación con él, el cual además está dispuesto a presentarte a sus amigos, y el cual además pasa la noche contigo. A veces la felicidad está en una cervecería. Una cervecería cualquiera, repleta de gente por culpa de la lluvia. La felicidad puede estar solo en una canción, en el sonido de una guitarra eléctrica. Puede estar en una mirada de alguien que aun no conoces. Una mirada de esas personas a las que yo llamo fantasmas, no por el significado literal o por el ofensivo, sino porque son personas a las cuales conoces solo de una noche y no vuelves a ver. Te quedas con el misterio, quieres volver ha saber de ese alguien, y no aparece por ningún lado, se esfumó tan rápido y breve como vino. Entonces piensas, ¿pudo ser esa persona mi felicidad? ¿perdi mi tren? Quizás no le das importancia, o quizás te asfixias por la duda. Hasta que un dia cualquiera por la misma casualidad por la que os conocisteis vuelva a aparecer. Quizás se retome una bonita historia o quizás ni se acuerde de ti.

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